martes, 13 de noviembre de 2018

Poesías sobre el camino I - Magia

Encontré personas mágicas de ojos grandes que habitaban los bosques con sus camiones-casa. Llevaban libretas donde apuntaban poemas de libertad, recetas de sueños, canciones de amor. Vivían felices y errantes y se juntaban siempre a tocar y compartir. Hablaban del mundo y la vida y sus viajes. Todas estaban un poco tristes, por eso siempre había una hoguera. Olian a humo y a soledad. A cal y arena. No les faltaba una sonrisa.

La sensibilidad nos hace grandes. Nos hace animal. Encontré personas mágicas y sensibles que no querían crecer. Que no querían correr si no era para jugar. Personas a todo color. Explosivas y dispuestas a saltar la valla. Me encontré siendo con ellas. Estábamos perdidas. Buscando. Algunas evitando. Había mucha droga. Queríamos cambiar el mundo y a veces lo confundíamos con escapar.

Había necesidad de escapar. De ocultarse, esconderse, camuflarse. Había hombres grises que nos buscaban. Querían convertirnos en piezas para después despiezarnos. Borrarnos. Bajarnos al suelo. Sacarnos del sueño. Quitarnos la luz. Querían romper los camiones y los malabares. Querían apagar las hogueras y que la tristeza ocupara todo. Querían el mundo-esquema, sin magia ni cuentos ni perros ni flautas. El mundo sin calles ni arte ni alma. El mundo-dinero que solo puede quien tiene. El mundo-escaparate. Disparate. Dis.pararte. Y chau.