lunes, 17 de marzo de 2014

Poesías sobre el abismo III - Ácido

Hay un millón de palabras
bebiendo el ácido de mi tripa
y desterradas por vergüenza.

A veces me revuelven - son pura náusea -
y el estómago me inunda los pulmones
y no respiro
por si es demasiado alto
o demasiado suave
o demasiado evidente
que pierdo el control.

No llego a perderlo
(casi) nunca.
Al menos nadie lo ve.
Pero está esa tensión continua
de intentar no romperme.

Todo me pesa como el cemento
como ladrillos en la garganta
puestos ahí desde el año 0.
Las decisiones y consecuencias
y los fantasmas que lo rodean.
Lo que me callo
desde que supe hablar.

Esa fue siempre la primera regla:
nunca se habla de lo de dentro.

Nunca se habla del miedo
y el maquillaje.
Nunca se habla de que lloramos
sin que nos vean,
de que amenazan las deudas
de cada sueño que no cumplimos.

Hay cosas que es mejor no compartir,
como el pánico.

Me lo enseñaron desde pequeña:
mantente fría cuando avecine tormenta.
Intenta esconderlo todo
bajo algún búnker.
Ignora y vuelve a ignorar
era la fórmula del olvido
pero la llama seguía creciendo;
cada pregunta sin responder,
cada recuerdo de mi padre,
cada cachito de confianza
que iba perdiendo
por el camino.

Me lo enseñaron desde pequeña:
todos huimos de lo que duele.
Todos tratamos de vivir
sin despertar a la bestia.
Improvisamos y
a veces hay errores
que ensucian la canción entera.

Pero seguimos cantando
cualquier cosa que suene
alegre o triste
porque sentimos algo
que diferencia del resto.

Tengo demonios que me revuelven el paraíso.
Lo dejan lleno de trampas
y descolocan lo que construyo
y a veces me hacen olvidar
quién soy.

Y a veces es mejor.
Y a veces es peor.

Lo bueno es que ya no me importa.

Lo bueno es
que sigo creyendo
que estoy en lo cierto
si pienso que todo
puede darme igual.

viernes, 14 de marzo de 2014

Poesías sobre el abismo II - Vértigo

La superficie es como un vicio
no se cuándo volví fría
como el orden;
cuándo dejé de sentir el
corazón fuera del pecho.

Tuvo que ser sin darme cuenta
un día te callas y de pronto
te acostumbras al silencio
a no dar los buenos días por
la ventana
a mirar el cielo con cuidado
de que otros no presientan
la emoción.

''Hay una guerra mundial de miradas''
y a mí siempre se me dio fatal
cualquier conflicto.

Ahora lo guardo todo dentro
en cajas desarmadas por la prisa
debajo de alfombras que antes volaban
sobre un millón de hormigueros
sobre un paraíso inocente
y lleno de cambios
siempre a mejor.

La madurez te llega y ya jamás
serás el mismo.
La madurez te llega y te trastoca.
La madurez te llega y notas el peso
la rama cayendo
el tiempo pasando
tic tac
y al suelo.

Me cuesta desprenderme del simulacro.
Meidei, eseoese, la tierra se hunde
mi cuerpo enferma y me jode
mirar atrás
y ver la ilusión
invicta.

Mi mundo creciendo sin corte.
El fruto de la semilla que fui
quiso alimentar los campos de
exterminio donde moría de hambre
la idea de algo distinto
algo que fuera más grande
que todos los nopuedo.

Cualquier cacho de papel era un oasis
en mitad de una nube
hecha del humo de los puros
que otros fuman
moviendo piezas de ajedrez
que llevan nuestra cara.

Y ahora lo guardo todo dentro.
Guardo el humo y los papeles.
Guardo toda la impotencia.
Guardo el fruto porque ya no tengo
nada igual
y no quiero que lo ensucien
de realismo.

Ahora piden que me pare
todo el tiempo.
Y el problema es que no se
como parar
cuando estoy corriendo libre
sobre la cima.

Es como cuando aprendí a montar
en bicicleta.
Si no me paro no me caigo.

Hago equilibrio en mi vértigo.
Bailo con ginebra sobre la punta
del iceberg
y olvido lo que hay debajo.

La vida me hizo daño como a todos
y yo me defendí
a base de fachada.
Salí corriendo por el desastre,
desnuda y con frío
y estaba todo inundado;
el alma, la casa y la intención.

La vida me hizo daño como a todos
Y yo me defendí
a base de matar
al otro yo.

Pero no pude / pero no quise
Y ahora lo guardo todo dentro;
una especie de horror vacui
me mantiene almacenando.

Cuando asomo y me recuerdo
veo que el fondo de mi pozo
tiene peces
de colores
infinitos

esperando que les de un poco de luz.

lunes, 10 de marzo de 2014

Poesías sobre el abismo I - Cemento

Quiero soltar
este gigante
hasta la polla

En medio de toda la mierda
toda la mierda
toda en mi casa
y la mitad ni es mía

Primero está mi guerra
la cara de los demonios del millón de dudas
monstruos de mil cabezas que solo puedo ver yo
queriendo que les tire otro hueso
otro pedazo de mi carne
prometiendo desastres que se acercan pero no llegan
solo tocan en la puerta
y por eso ya no abro casi nunca

Llevo un año escribiendo
mil poesías sobre el abismo
que no valen para nada
volumen I

La rutina mata el espíritu y a mí con él
es como si todo estuviera pidiendo a gritos
un poco de pasión
como si todo estuviera muerto
como si al resto le diera igual

Primero está mi guerra
las vueltas que le doy a la cabeza
el olor de agua estancada
los hilos rotos de la cometa
la falta de pan y el barril de vino
las poesías a la mitad
o ni eso.

Tengo algo dentro que no me deja avanzar.
Tengo una especie de fuego
que se irradia desde el centro
y me quema la garganta
y las tripas.

No se como explicarlo.
No se si quiero hablar de ello,
eso es como admitirlo
como mirarlo a la cara
y decirle si cabrón
me tienes cogida
por los ovarios.

Pero quiero amenazarlo
y si le doy la espalda no puedo.

Nadie sabe lo cobarde
que puedo llegar a ser.