lunes, 22 de julio de 2013

In kaos we trust

A veces se me aprietan las tuercas
la mandíbula, la garganta, y todo el resto de músculos
tensos y preparados para la guerra.

Es locura lo que hay en mis neuronas
algún tipo de conexión extraña y sádica
que trata de jugar con todo lo que doy por cierto
que dice esto si y esto no y está siempre opinando
como si tuviera que saberlo todo.

Y no.

No hay porqué saber una mierda.

Dime quién coño sabe una mierda
sobre quiénes somos
de dónde venimos
a dónde cojones vamos
y PORQUÉ.

Dime si no estamos todos locos
y perdidos.

Yo solo se que no se amar la palabra
paradoja porque es real
de un modo cruel.

Y que es frustrante desaprender
toda una vida.

Y que quiero olvidarme
de la palabra paradoja
y la palabra frustración

y recordar lo demás.

Quiero algo que me sirva
para matar la idea
del próximo
segundo.

Que no es que a veces me equivoque (eso lo hago todo el tiempo)

es que a veces (creando y matando por intuición)

ACIERTO.

Aunque nunca esté segura cuándo es cuál.

Que casi todo es pura suerte
y lo que puedas/quieras hacer con ella.

Casi todo es otra cosa
y así existe la palabra
confusión
o desvelo.

Y de eso se trata.

En la locura de todo esto
entre el millón de millones de cagadas
entre todo lo quemado, inerte y miserable
entre la desidia y el puto aquímequedo

Baila
siempre
que
puedas.

Drógate de química y amor si así consigues
escaparte,

pero no olvides que al día siguiente
querrás volver.

Y cuando vuelvas no te quedes.

The dreams in which I'm diying are the best I've ever had

Deja que se mueran tus neuronas
que tus músculos pierdan el agarre
mándate a cagar de vez en cuando
intenta olvidar
lo que has sido/dicho/hecho
hasta ahora.

Roba unas alas del chino
sube a la cima del mundo

y tírate.

miércoles, 3 de julio de 2013

Mea Culpa

Estoy en la mesa.
Mis manos y yo.
Y el plato de mierda.
Fresca.
Humeante.
Asquerosa.
La hija pródiga
de cada una de mis cagadas.
La miro. La huelo. La palpo.
Entiendo que no hay otra opción.
Luego abro las manos,
y las hundo.
Recojo la masa viscosa, fétida y derretida.
Abro la boca. Meto la mierda.
La saboreo.

Y
Trago.
Y
Lloro.

Me encojo.
Me siento excremento,
y quiero escupir a los pies
de las torres de mi egoísmo,
sobre la gran muralla de mi egoísmo,
en el terrible imperio de mi egoísmo,
que atesora mierda y más mierda,
sin importarle cadáveres ni fracasos.
Y luego escribir sobre mi vergüenza
mientras trago una y otra y otra más.

Me castigo.
Cada vez que lo hago mal
me obligo a pudrirme
y a mirar los campos -quemados-
donde tuvimos paz,
y confiando en la implosión,
o por puro masoquismo
siempre trago
y vuelvo a cagar
y asi se mantiene -siempre-
la mierda
en el puto plato.

Pero me esfuerzo, Ringo,
aunque a veces me canse,
y repita el mismo error,
y merezca el odio
como merezco el amor,
si te sirve de consuelo,
te prometo que me esfuerzo.

Se que es una promesa
usada
manchada
vieja
pero
es
la
única
que
tengo
para
darte.