martes, 19 de octubre de 2021

Poesías sobre el abismo XI - Raíz


Busco el principio. Mochi, que es mi gata sin ser mía, bebe y come y está completa. Busca mi mano que la acaricia y un lugar suave y confortable donde dormir. No quiere más. Si acaso alguna luz que vaya y venga y la entretenga en el espacio tiempo. Mi gata no se pregunta por qué. Yo sí. Y ahí está el puto quid de la cuestión. Quiénes somos. De dónde venimos. A dónde vamos. Dicen que llevamos dosmilquinientosmillones de años aquí y aun no entendemos una mierda del porqué. Desde luego tenemos nuestras teorías. Por qué coño pensamos. Por qué andamos continuamente descifrando el ayer y esperando el mañana. Viviendo en todas partes menos aquí. Dónde podemos hallar sentido. Yo intento que sea el amor lo que me mueve y sin querer rechazo la emoción que me hace romper el paradigma dominante. Vivo en una mente-cuerpo que se autocensura. Lucho contra el espejo porque miente pero a ratos no puedo evitar sentir que dice la verdad. Vengo del origen del universo y creo tener un momento de lucidez. Todo es mentira y verdad. Quién coño pone la línea donde comienza la zona gris. Todo es vivir o morir. No podemos entender el infinito. Yo soy poeta y no estudiante de ciencias y solo entiendo que vivimos dentro de una pelota que flota. En un universo eterno. En un vaivén inmortal que se repite incansable. Si Dios existe, ¿quién lo creó?, y así sucesivamente. No me interesa saber quién gana si hablamos del huevo y la gallina. No creo que pueda encontrar respuesta si me pregunto el para qué. No existe finalidad. Tampoco existe principio. Y aun así busco una y otro mientras mi gata se maravilla con mi caricia en su frente. Quiero aprender a ser así. Quiero aprender a estar aquí sin preocuparme de porqué. Quiero volver a ser humana en sintonía con lo que sea que tenga que nacer, crecer, reproducirse y morir. No es solo cuestión de meditar o de estudiar el átomo y su vibración. Apagar cada sentido es apagar también lo que me hace reconocer y reaccionar. No se puede diseccionar una sensación. Se que vivo en el deseo y que me pierdo en laberintos que mi ego inventa para después sentirse bien de haberlos superado. Tengo el estómago latiendo en cada cuerda vocal. Espero de verdad que la muerte sea la nada y el todo porque si tuviera que definir la vida en una palabra simple diría que es una fokin paranoia. Un espejismo de hormigón. Algo tan raro como las pipas del girasol o el movimiento de las mareas. Algo tan grande como la dimensión de la ternura en la nariz de un bebé  humano o animal que duerma en mi pecho y respire mi calor. Algo tan bello como la empatía luchando contra el sadismo. Algo que hay que amar y proteger para dejar de cometer el mismo error de hacernos daño una y otra vez hasta partirnos el corazón en cachos tan pequeñitos que ya no se puedan juntar. Te juro que más allá de preguntarme porqué estamos aquí me pregunto porqué somos así. Por qué toda esta pena y este competir. Por qué usar la consciencia para dormir. Por qué la avaricia. La conquista. La diferencia. Por qué se disfruta la violencia y la opresión.

Busco el principio para empezar de cero. Mochi, que es mi gata sin ser mía, bebe y come y no necesita odiar.

¿Por qué tanta gente sí?

lunes, 11 de octubre de 2021

Poesías sobre el abismo X - Casi treinta

Casi treinta.

Los últimos diez
casi callada en la poesía
mientras gritaba en la vida.
 
Me queda todo por aprender.
 
Me conozco mejor
y aun así me descubro
 de nuevo en la inseguridad.
 
¿Quién soy
después de todo este tiempo?
 
Sé cosas sobre el amor
y sobre mi propia miseria
-no tanto sobre la ajena-.
 
Casi treinta y me sigo
mirando el ombligo y
la oscuridad me sigue
dando miedo.
 
Los últimos quince corriendo deprisa
sin mucha cabeza
saltando de abismo en abismo
sobre tiburones y bosques de tierra
sobre manantiales, tambores de guerra
tratando de sentir
lo que fuera,
cualquier cosa.
 
Sigo siendo la misma, y no.
Ahora estoy haciendo cosas
que parecen importantes
aunque a ratos solo quiera
beber cerveza y volver
al útero de mamá.
 
Tengo fe en mí
por primera vez,
aunque muchas voces
tanto mías como ajenas
se empeñen en hacerme sentir
pequeña y culpable;
impostora y a veces hasta
malagente, fijatetú.
 
Pero contra toda ansiedad,
tengo fe en mí,
gracias a todas las voces 
tanto mías como ajenas.
que me dicen
que lo conseguiré.
 
Por suerte
la muerte nunca fue
la fuente de la que bebí,
aunque bailamos
muchísimas veces.